Error en el arbitraje deportivo: cuántos hay y cómo se decide
El error es parte de la actividad humana. No hay personas infalibles. Errar o acertar es parte de la vida. La cuestión es: ¿todos los errores son iguales y tiene similares efectos? No.
El error de una persona en su vida corriente no tiene la misma apreciación ni trascendencia que el de un profesional de cierta actividad o el especialista o persona calificada en cierto oficio, empleo, función.
1- Error simple: el que se comete por defecto de apreciación, mala toma de decisión, evaluación indebida, falta de cuidado, etc. Los errores gruesos o graves son lo que resultan notoriamente alejados de la solución adecuada. Se deben a errores por imprudencia, impericia, etc. Muchas veces se habla de omisiones involuntarias, o falta de diligencia, cuidados o prevenciones.
2- Error inexcusable: es la categoría de error que excede cualquier error común y son atribuidos a notorias deficiencias en la apreciación o evaluación de reglas aplicables, o en defectos graves de formación o personalidad. Son errores claramente intolerables, que inhabilitan a una persona para encargarse de cierta actividad o tarea. Es un factor de descalificación. Ej. un juez mantiene detenida a una persona por siete días, sin aplicar la regla constitucional de que una persona no puede permanecer más de 48 horas máximo sin que el juez decida procesarlo o liberarlo.
3- Error deliberado: es cuando un error resulta de una decisión deliberada o consiente de la persona, que provoca el error como modo de actuar en algún sentido. Abre el campo al análisis de elementos como la deslealtad, la corrupción o el dolo de la persona.
Llevemos esto al trabajo de los jueces en el fútbol, que es posiblemente el sitio donde más se opina y reclama por los defectos de los árbitros durante los partidos.
Comencemos por el error simple de un árbitro: es el que se puede comprender y justificar de alguna manera por el contesto de las acciones que el juez está arbitrando. Ej. mala ubicación en campo, confusión por perspectiva, no visualización, falta de toda la información en el momento, inducción a error de los jugadores, etc. En general, no deberían llevar a sanciones sino a mejorar las capacidades de apreciación, físicas, técnicas, tácticas, etc.
El error inexcusable es distinto. Se trata de errores que son producidos o creados por el actuar del mismo árbitro y no por el contexto o las circunstancias externas. Ej. aplicar las reglas de juego en sentido contrario al establecido o de manera incompletas o fraccionadas, fallar sin haber verificado la causa del hecho, etc.
El último error es el deliberado, que tiene su origen en una decisión expresa del árbitro de lograr o torcer una situación de juego en otro sentido. El error deliberado es claramente una conducta irregular o corrupta para el estándar jurisdiccional. Se le llama error en esta síntesis para colocarlo dentro de una graduación popular de lo que se conoce como “errores arbitrales” Ej. anular incidencias válidas.
Las formas de resolver los errores arbitrales son dos: correctivos en el momento o medidas posteriores. Dejamos afuera las segundas, ya que pertenecen a una cantidad grande de posibilidades, como capacitación, educación técnica, mejora de capacidades físicas o neuro-cognitivas, etc.
La revisión de los fallos arbitrales es algo habitual principalmente en materia judicial, aunque difícilmente pueda ser implementada una cadena de instancias superiores que puedan corregir errores “in arbitrando”, es decir, de manera continua durante un juego.
Sin embargo, hay deportes que han implementado soluciones de distinto alcance para tratar de corregir los errores de manera concomitante con el juego. Un caso claro es el tenis, con un enfoque bien tecnológico de validación de puntos de llamado “Ojo de Halcón”. El rugby aplica el sistema TMO de asistencia al equipo arbitral en campo, tanto a instancia del árbitro como para indicar revisiones o situaciones no detectadas por éste durante el partido.
El fútbol ha optado por el VAR, que tiene una base tecnológica aunque con notorias restricciones para participar en la actualidad: validación de goles y posibles sanciones de tarjeta roja. Por ende, en el fútbol solo es posible enmendar los errores arbitrales en tiempo real cuando caen dentro de los dos grandes aspectos para los cuales se autoriza la intervención del VAR. E incluso así, la decisión solamente puede ser adoptada por el árbitro principal, aún contra lo que puedan sugerir o detectar el equipo VAR. Aunque la participación del VAR pueda colaborar en algo con el árbitro, se continuará aplicando la regla de la apreciación personal del árbitro por encima de cualquier indicación, criterio u opinión de un tercero. El árbitro puede insistir en su decisión, los que lleva a que un error puede ser advertido a tiempo pero el árbitro persista en mantenerlo.
El arbitraje se basa en el concepto de preclusión, lo que significa que una vez dictado el fallo por el juez resulta definitivo y, con el reinicio de cualquier acción posterior, el fallo queda definitivo y sin reversión. Un gol validado incorrectamente, una vez reiniciado el juego, es definitivo, aunque luego se demuestre que fue ilegítimo. La doctrina de la preclusión impide, del otro lado, que se revisen los fallos dictados, de modo que un tribunal o un colegio arbitral no puede alterar o modificar en ningún sentido lo resuelto por el juez aunque sea de una gravedad extrema o un error inexcusable.
Se convive con el error en el fútbol, se pueden revisar escasas incidencias y se cierran constantemente las posibilidades de revertir los fallos que dicta el juez. El error simple es normal, el error inexcusable exige revisar la idoneidad del árbitro para actuar como tal, y el error voluntario demanda el juzgamiento del árbitro en otros posibles terrenos (penal, administrativo, etc).